Devocional - Nuevas oportunidades.
En muchas ocasiones, es necesario ponernos en "los zapatos" de otras personas para comprender diversas situaciones que, a simple vista, resultan contradictorias para nosotros.
Para centrarnos en el tema, respondamos a las siguientes preguntas:
¿Qué espera un papá o una mamá cuando dan lo mejor para sus hijos? (¿Qué acciones se consideran entre aquellas que representan un esfuerzo a favor del desarrollo de los hijos?) ¿Qué sucede cuando no se obtienen los resultados esperados? (Tristeza, frustración, desánimo, enojo, etc.) Los mismos interrogantes los podemos realizar respecto a los docentes, en la relación con sus estudiantes. De cualquier manera, los sentimientos experimentados en circunstancias adversas no son muy alentadores. Observemos Isaías 42:21. "Jehová se complació por amor de su justicia en magnificar la ley y engrandecerla". ¿Qué significa "engrandecer y magnificar la Ley? ¿Cómo engrandeció y magnificó, el Señor, la Ley?
→ Dándola a un pueblo que no era pueblo (1Pedro 2:10)
→ Haciendo grandes señales y prodigios (Hebreos 12:18-21)
→ Haciendo bien al que se acoge a ella (Proverbios 1:33)
→ Dando a la Ley un carácter de protección
→ Haciendo fuerte al pueblo que obedece la Palabra
→ Magnificó la Ley a través del sacrificio de su Hijo en la cruz del Calvario.
Es necesario entender que Dios se complació en ellos. (Los padres no se entristecen cuando dan cosas buenas a sus hijos). Dios, el Señor, se deleitó en entregarnos su Palabra. Todo lo hizo con el deseo de ver el mejor producto: hijos caminando en obediencia y santidad.
Pese a que el hacedor del Universo espera lo mejor de sus hijos, el versículo 22 de Isaías 42, nos deja ver una situación contraria y caótica: el pueblo de Dios en crisis, porque fue saqueado, pisoteado, atrapado en cavernas, escondido en cárceles y despojado. Esa era la condición del pueblo. ¿Qué lo llevó a tan grande oprobio? Lastimosamente, abandonó su identidad, se mezcló con otros pueblos, aprendió las costumbres de las naciones (Salmo 106:34-36). El pueblo dejó su protección; es decir, dejó la obediencia y el temor a Dios.
Refiriéndonos a diversos personajes bíblicos, ¿quiénes estuvieron en cuevas, cavernas o cárceles? ¿qué representó cada lugar de prisión para cada uno? Sean cuales fueren los personajes en los cuales piense, cada uno tuvo su propia experiencia con Dios y para cada uno ese lugar tuvo un significado.
Pese a que caminamos desde hace algún tiempo con Dios, y que hemos tenido experiencias con Él, es importante observar si alguna área de nuestra vida se encuentra presa, y si es así, tomar de esta situación el mejor provecho, creciendo y madurando en la carrera que Dios nos ha permitido iniciar y continuar. Debemos decidir, por supuesto, salir de toda prisión, ¡lo más pronto posible!
A pesar de toda circunstancia de desobediencia, los hijos de Dios, después de haber sido esparcidos y sometidos a terrible cautiverio, fueron alcanzados por la misericordia de Dios, tomados de su exilio y restaurados como su pueblo.
Conclusión: Dios nos da una gran promesa: haremos las mismas cosas y aún mayores que las que hizo el Señor Jesús si creemos en Él, esto es, porque Él vive en nuestro corazón y actúa a través de nuestras vidas. ¡Creamos que Él, a través nuestro, lo hará!