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La verdadera espiritualidad.


La verdadera espiritualidad no radica en dogmas o formas que la religión ha impuesto y que deben seguirse sin preguntar. Cosas como llevar la biblia, determinados peinados o formas de vestir sólo desvirtúan la verdad de Dios. La religión amenaza y aterroriza; la espiritualidad te da paz. La religión habla de pecado de culpa y de condenación; la espiritualidad anima a "vivir el presente en el perdón y misericordia de Dios"

La verdadera espiritualidad debe reflejar el carácter de Cristo en la vida de sus hijos, debemos modelar y actuar como actuaba Jesús, es ahí donde cobran sentido las palabras del apóstol Pablo, cuando nos dice que debemos tener la mente de Cristo. Porque el espíritu de Dios tiene el poder de transformar la mente de las personas para que se vayan asemejando a la de Él (Romanos 12:1, 2).

El Espíritu Santo produce en nosotros los cambios que le permitamos, de ahí dice la palabra: sed llenos del Espíritu Santo, para que Él se pueda manifestar a través de nosotros, dando como resultado el fruto que refleja el carácter de Cristo que es: “amor, gozo, paz, gran paciencia, benignidad, bondad, fe, apacibilidad, autodominio” que permiten identificar a los hombres y mujeres que son verdaderamente espirituales (Gálatas 5:22, 23).

Dicho de otra manera, la persona de inclinación espiritual es la que se deja guiar por el Espíritu de Dios; reflejando a Dios en su actuar y vivir.

Jesús manifestó el fruto del espíritu a lo largo de su ministerio. Por ejemplo, al tratar con las clases más bajas de la sociedad demostró cualidades como el amor y la bondad (Mateo 9:36). Esto lo notamos en un suceso que registró el apóstol Juan: “Al ir pasando, [Jesús] vio a un hombre ciego de nacimiento”. Sus discípulos también se fijaron en él, pero lo vieron como un pecador. Así que preguntaron: “¿Quién pecó: este hombre, o sus padres [?]”. Por otra parte, para sus vecinos, aquel hombre no era más que un mendigo, pues dijeron: “Este es el hombre que estaba sentado y mendigaba, ¿no es así?”. Sin embargo, lo que Jesús vio en este ciego fue a una persona que necesitaba ayuda. Por eso, habló con él y lo curó" (Juan 9:1-8).

¿Qué nos enseña este relato sobre la manera de pensar de Cristo? En primer lugar, que él no pasaba por alto a los más humildes, sino que los trataba con ternura y compasión. En segundo lugar, que tomaba la iniciativa para ayudar al prójimo. ¿Qué hay de nosotros? ¿Seguimos el modelo que puso Jesús? ¿Cuál era el carácter de Jesús? ¿Vemos a las personas como él las veía? ¿Las ayudamos a mejorar su vida actual y les brindamos la esperanza de un futuro maravilloso? ¿O más bien tendemos a favorecer a los que son prominentes, pasando por alto a los demás? ¿Sabemos escuchar? ¿Hay coherencia entre nuestras acciones y nuestras declaraciones? ¿Podemos afirmar: imítenme a mí? O por el contrario, no somos un ejemplo a seguir. Si usted siente por la gente lo mismo que Jesús sintió, entonces puede afirmarse que está siguiendo su ejemplo (Salmo 72:12-14).

Es nuestro deber como hijos de Dios cumplir con las buenas obras porque para eso fuimos puestos en la tierra, nuestra vida fue diseñada para hacer lo bueno y buscar el bien del otro, “Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica”.Efesios 2:10

Es hora de vivir y actuar como verdaderos adoradores, Juan 4:23-24 “Pero se acerca la hora, y ha llegado ya, en que los verdaderos adoradores rendirán culto al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren. Dios es espíritu, y quienes lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad”.

Recordemos que los seres humanos aprendemos por imitación, así fuimos diseñados. Dios mismo nos pide que le imitemos, que lo modelemos en todo. Los niños, nuestros niños, nos ven y nos leen, así que debemos ser muy cuidadosos con las acciones que a futuro ellos imitarán de nosotros.

La verdadera espiritualidad es un estilo de vida que impacta positiva o negativamente a los que nos rodean, todo está en nuestra forma de enfrentar la vida y en nuestro papel en la familia y la sociedad.

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