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Un Secreto que Todos Conocen

“ El Señor le dijo: Mi apreciada Marta, ¡estás preocupada y tan inquieta con todos los detalles! Hay una sola cosa por la que vale la pena preocuparse. María la ha descubierto, y nadie se la quitará.”

Lucas 10:41-42 (NTV)


Versículos de apoyo: Marcos 10:15; Hebreos 12:1-2; Juan 6:27; Juan 6:35; Eclesiastés 9:8; Hechos 3:6.


La Historia de Marta y María es muy conocida; constantemente escuchada y leída. No obstante, es una porción que necesitamos recordar a diario.


Este hermoso relato inicia mencionando a un mujer que, fácilmente podría tomarse como el personaje principal de la historia (diferente al Señor Jesús, quien siempre será el más excelente personaje); sin embargo, es necesario observar con cuidado cada línea para determinar cuál es el personaje central.


El señor Jesús llega a una aldea y es recibido por una diligente mujer (Marta), quien le da entrada a su morada. Este gesto muestra que Marta guardaba afecto, respeto y consideración por su Maestro. Por ello, inmediatamente entra el Señor, esta mujer comienza a efectuar los preparativos para atender a su especial invitado. Marta servía… ¿está mal? ¡No! Servir no está mal, sin embargo, Marta estaba distraída y absorta en asuntos de la cotidianidad. Como Marta, le hemos permitido a Jesús, el Señor, la entrada a nuestra casa, pero muchas veces lo hemos ignorado.


Aparece un nuevo personaje: María, quien se sienta a los pies de Jesús, el Señor. ¿Por qué? María entendía que su Maestro estaba presente, y por ello tomó la posición de escucha; su corazón estuvo dispuesto, anhelante, tierno, humilde; un corazón que se deleita en la Palabra y que es agradecido por las bendiciones dadas por un Dios excelentemente bueno. Ella refleja un corazón de niño (Marcos 10:15). Hoy podemos preguntarnos cómo está nuestro corazón. ¿Sigue siendo como el de un niño? ¿Se ha “envejecido” tomando actitudes de autosuficiencia?.


Ahora bien, durante el período lectivo, muy seguramente nos dejamos “arrastrar” por los afanes, las múltiples ocupaciones, y por todo aquello inherente a nuestro quehacer del día a día, convirtiéndonos en Marta, distrayéndonos de lo importante: nuestra comunión con Dios.


Hoy, nuestro buen Dios nos está recordando que, como María, debemos ir a sus pies y recibir aquello que solo Él puede darnos, y que necesitamos para mantenernos enamorados de Él.


¡Qué fácil resulta distraernos, ocuparnos demasiado, permanecer en lo cotidiano, darle cabida a la preocupación, a las angustias, a la duda, a la incertidumbre! Las Escrituras nos hablan de tener puestos los ojos en Jesús, calificándolo como el autor y el consumador de la fe; nos invitan también a dejar todo peso que nos asedia y a dejar el pecado (Heb. 12:1-2), porque el Señor sabe que con ligereza nuestra vida se aparta de su presencia.


Marta actúa allí como una persona que quiere evitar que su hermana permanezca a los pies del Señor Jesús. Esto no enseña que siempre se presentarán distractores que querrán apartarnos de nuestra comunión con Dios; ¿cúal es tu distractor? Marta no aprovechó la oportunidad de la tener la persona de Jesús en casa; solo se ocupó en atenderlo; también nosotros podemos caer en el error de “servir sin Dios”.


Finalmente, encontramos una Marta abatida, cargada, frustrada, dirigiéndose al señor, quien le habla con nombre propio: “Marta”, “Marta”; quizás hoy está pronunciando tu nombre para recordarte que por encima de todo está tu comunión con el Creador del Universo.

BENDICIONES RECIBIDAS POR ESTAS A LOS PIES DEL MAESTRO

  • Paz. Proverbios 16:6.

  • Nos capacita para dar la Palabra como conviene. Isaías 50:4.

  • Nos infunde valor para compartir la Palabra de Dios. Hechos 18: 10-11.

  • Nos da confianza en Dios. Job 12:4; Job 11:17-18.

  • Nos llena de amor y compasión. 1Corintios 13.

  • Nos da revelación. Daniel 2:47.

  • Nos mantiene en humildad. Daniel 2:30.

  • Nos da sabiduría y prudencia. Daniel 2:14.

  • Nos permite entender qué es lo realmente importante. Juan 6:27.

  • Nos sace. Juan 6:35.

  • Nos da santidad, unción. Eclesiastés 9:8.

  • Nos da la fe para permitir el fluir del Espíritu Santo. Hechos 3:6.

  • Mateo 11:28-30

CONCLUSIÓN

Aprendamos de María; tengamos un corazón de niño para ir a los pies del Maestro y recibir de él la sabiduría, la fortaleza y todo aquello que requerimos para desempeñar la grandiosa labor que se nos ha asignado.


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